Estoy indignada. Para nadie es un secreto que en Colombia estamos en una coyuntura difícil. Transcurrido un año de pandemia, atravesando su tercer pico, vivimos un escenario de revueltas sociales en donde se respira insatisfacción en muchos frentes y se reclama justicia social. Lo paradójico es que los procesos de auto-reflexión son limitados y las discusiones se centran más en la crítica que en el planteamiento de soluciones. Es cierto, todos tenemos derecho a protestar pacíficamente, por la razones que consideremos prioritarias, pero también tenemos la obligación de proponer y construir.

¿Por qué no empezar por soluciones que partan de nuestro propio negocio?

En los últimos seis años, he visto de primera mano cómo ha crecido el mundo de las artesanías colombianas. Ha habido una mayor penetración de ellas en el mercado mundial siendo reconocidas como productos autóctonos, coloridos y de calidad. Las mochilas wayuu se han robado el show particularmente en países asiáticos siendo China, Tahilandia, Philipinas y Japón los principales.Es conocido que compradores al por mayor se han llevado de Colombia contenedores llenos de mochilas, principalmente hechas en dos hebras con diseños tradicionales. Esta perspectiva ha motivado a más comerciantes locales y extranjeros a exportar el producto y posicionarlo en
los rincones del mundo que tienen a su alcance. Este crecimiento del mercado es motivo suficiente para empezar a entender cómo opera el comercio de mochilas wayuu.

Para las mujeres wayúu tejer hacer parte de su cultura, de su formación y cumple una función social. Se teje para cubrir las necesidades de la familia y la comunidad. El chinchorro, la mochila, las guareñas, el sombrero, el cinturón, la manta o gualdrapa para el caballo, las decoraciones para las mantas son todos artículos de primera necesidad. El tejido hace parte del vivir diario. Con el pasar de los años y el atractivo que han despertado las artesanías wayuu, hechas a mano, las indígenas comenzaron a comercializarlas para generar ingresos.

Cómo ellas lo afirman “para ayudarme en las necesidades.” Pocas conciben esta actividad como un negocio del cual van a vivir. Es más bien considerada una actividad económica complementaria. El análisis de costos de producción es escaso y en ocasiones hasta nulo, motivo por el cual el precio está principalmente determinado por los primeros intermediarios que compran las mochilas.

A partir de los análisis realizados hemos encontrado hasta siete intermediarios entre la artesana y el cliente final, cada uno obteniendo ganancias de la mochila elaborada por la artesana con poco valor agregado. La triste realidad muestra que la artesana es la que menos gana en este negocio. Ante la situación quisimos una vez más validar los costos de una mochila estimados por Eufemia una artesana de Riohacha que hace de este un negocio de vida, ella ensambla las mochilas para venderlas al mercado. Su análisis muestra que para una mochila de dos hebras con diseños tradicionales necesita $15.000 COP en hilo, $25.000COP mano de obra del cuerpo de la mochila, $15.000 precio de la gasa, $5.000 cordón y pompones. Ella ensambla y vende la pieza a $65.000, su ganancia final es de $5.000 pesos (cifras de Mayo, 2021). Teniendo en cuenta lo anterior, me pregunto si estamos frente a un precio justo para la artesana quien se toma entre quince días a un mes para completar su tejido. Es este el motivo de la indignación. Es difícil entender a quienes consideran que el precio justo es costoso y por ende prefieren hacerse ciegos a la realidad. Venden el producto diciendo que es un apoyo a las artesanas pero en realidad perpetúan la explotación del trabajo y desincentivan el comercio justo.

Es importante que los clientes conozcas esta realidad y tomen una decisión consciente al escoger su mochila. Hoy en día cada uno de nosotros tiene el poder para decidir de manera crítica qué queremos comprar. Gozamos del derecho de conocer su origen y preguntar quién hizo la mochila y cómo la hizo. Con el poder de compra tenemos la capacidad de proteger los derechos de los artesanos y su entorno. Tenemos la facultad de escoger los productos que generan el menor impacto negativo y el mayor positivo. Solamente necesitamos hacer las preguntas indicadas. Al tener la capacidad de comprar tenemos el poder de decidir que el precio no sea el único criterio para escoger lo que adquirimos. Eres tú quien moldea el tipo de empresa que quieres prospere en el futuro, por eso la justicia social esta en tus manos y no en las de los demás.

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