Graciela, es madre de 5 hijos y abuela de 2 niños. Ella transmite con igual facilidad ternura en algunos momentos y gran carácter en otros.
Ella empezó a tejer desde niña y perfeccionó su arte durante su “Encierro”, ritual por medio del cual la niña pasa a ser mujer y aprende a comportarse como tal según las tradiciones Wayúu.
Graciela siempre está con “sus hilos”. Teje desde las 6 de la mañana hasta las 11 de la noche y dice que “no se halla” si no está tejiendo y no recibe visitas mientras está trabajando, porque conversando la pueden hacer equivocar.
Además nos enseñó que las mochilas no se pueden hacer si tienes rabia, tristeza o pereza, porque así la mochila queda fea y floja. Nos dice que para tejer hay que relajarse y ser feliz. Por eso, le gusta tejer con colores alegres y muy vivos como ella misma se define.
Siempre se mostró entusiasta hacia el trabajo de creación de la colección Fusión y los diseñados de Patricia Quevedo. Su aporte a la transformación de los Bocetos Quevedo al hilo fue de gran valor.